Genera[ción] Tolerancia

"Genera[ción] Tolerancia"

En la sociedad contemporánea, la tecnología ha modificado profundamente las formas de comunicación, volviéndolas más inmediatas, diversas y globales. Este fenómeno ha impactado especialmente a los adolescentes, quienes participan de manera activa en comunidades virtuales y han incorporado las plataformas digitales como un espacio central de socialización. No obstante, esta integración también puede generar estilos de vida caracterizados por un excesivo aislamiento en el uso de dispositivos e internet, situación que en Japón se ha identificado bajo el concepto de hikikomori (Kato et al., 2019).

El impacto de la digitalización en los ámbitos social, cultural y educativo ha mostrado una doble cara. Por un lado, las herramientas tecnológicas han favorecido la reflexión sobre la equidad, la justicia social y la aceptación de la diversidad (Livingstone & Third, 2017). Asimismo, han promovido la convergencia entre lo real y lo virtual, transformando las prácticas culturales y los modos de aprendizaje. Durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, los sistemas educativos enfrentaron el reto de mantener la enseñanza a distancia, lo que llevó a la incorporación de nuevas metodologías y a la adaptación de programas para desarrollar tanto competencias digitales como habilidades socioemocionales (UNESCO, 2020).

En este contexto, las familias tuvieron que implementar estrategias para garantizar la continuidad educativa de niños y adolescentes, lo cual incluyó la adquisición de equipos electrónicos y el acceso a plataformas digitales. Estas medidas contribuyeron a mitigar los efectos negativos del aislamiento. Sin embargo, tras la emergencia sanitaria, se observa un incremento en problemáticas emocionales como depresión, ansiedad social y conductas de retraimiento en adolescentes (Guessoum et al., 2020). Estas condiciones plantean interrogantes sobre las responsabilidades sociales y familiares en torno al bienestar juvenil:  ¿De qué manera los jóvenes, generarán transformaciones sociales? ¿Quiénes son responsables de este aislamiento? ¿Qué les depara el futuro? Y, sobre todo, ¿Lograrán utilizar sus habilidades personales para contribuir al bienestar colectivo?

Frente a este escenario, resulta fundamental diseñar estrategias que fortalezcan en los adolescentes la tolerancia a la frustración, la resiliencia y la capacidad de agencia social. La evidencia señala que la promoción de competencias socioemocionales y la construcción de un sentido de pertenencia son factores protectores frente al aislamiento y los riesgos psicosociales (OECD, 2021). Por tanto, es necesario articular esfuerzos entre instituciones educativas, familias y comunidades para consolidar una generación capaz de transformar sus desafíos en oportunidades de crecimiento social.

Ante este panorama, es indispensable que, en ausencia de los padres, se fortalezcan estrategias individuales que ayuden a los adolescentes a encontrar soluciones adaptativas. Se requiere promover la tolerancia a la frustración, motivarlos a convertirse en agentes de cambio y acompañarlos en la construcción de un sentido de pertenencia. Lo que está en juego no es únicamente la salud mental de una generación, sino la posibilidad de construir sociedades más inclusivas, resilientes y sostenibles en el futuro.

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